
Cómo distinguir un simple chichón de un traumatismo de cráneo grave…
Los golpes en la cabeza son muy frecuentes durante la niñez, sobre todo en los más pequeños. No olvidemos que la cabeza de los niños pequeños es más grande y más pesada que la de los niños mayores.
Si bien el término “traumatismo de cráneo” puede preocuparnos o asustarnos mucho, se refiere simplemente a un golpe en la cabeza. Existen distintos grados de traumatismo: desde el habitual “chichón”, que sin duda es el traumatismo de cráneo más frecuente y que consiste en un hematoma superficial debajo del cuero cabelludo; a un traumatismo de cráneo grave, donde el hematoma puede estar localizado en el cerebro.
El cerebro está protegido por una caja rígida formada por distintos huesos a los que llamamos cráneo.
Cuando la cabeza recibe un golpe fuerte, el cerebro golpea contra el interior del cráneo y se puede producir inflamación o un cúmulo de sangre (coágulo).
Dado que el cerebro tiene una consistencia blanda, cualquier lesión puede producir inflamación y aumento de su consistencia y de la presión dentro del cráneo. Al ser el cráneo una caja rígida, ésta limitará la expansión del cerebro. Así como cuando nos golpeamos el codo, se produce inflamación, tumefacción, hematoma y puede que su tamaño se duplique o triplique; cuando el cerebro se golpea, la rigidez del cráneo impide que éste aumente su tamaño y, en consecuencia, se produce una fuerte tensión.
Debemos ser conscientes que el cerebro ejerce una función privilegiada.
Es nada más ni nada menos que el ordenador que comanda todas las funciones del organismo. Cualquier lesión en él puede suponer una amenaza para la vida.
¿Qué debemos hacer?
Debemos saber diferenciar un chichón de un traumatismo de cráneo interno capaz de comprometer al cerebro.
Tener en cuenta la altura de la caída es un dato de mucha importancia.
Se consideran golpes de alto riesgo a las caídas de una altura superior a los 90 cm en niños menores de dos años o desde 1 metro y medio en mayores de dos años.
También son de alto riesgo los accidentes de tráfico y las lesiones de cráneo penetrantes.
¿Qué debemos buscar inmediatamente?
Si bien puede resultar desesperante que el niño llore apenas sufrió el golpe, considéralo una muy buena señal. Eso significa que no hay pérdida de conocimiento.
Si no llora, o no responde al llamarlo por su nombre o ante un movimiento en el hombro, significa que está inconsciente. Este un signo que debe preocuparnos.
La pérdida de conciencia puede durar desde varios segundos tras el golpe, hasta varios días.
También debemos estar alertas ante la presencia de signos de confusión o de pérdida de la memoria: el niño debe ser capaz de recordar como fue el golpe, aunque esté alterado después del traumatismo.
Puede quejarse de fuerte dolor de cabeza.
También debemos estar atento ante la presencia de palidez y sudoración.
Presentar náuseas o vómitos en forma recurrente.
Pérdida del control de esfínteres (orina o materia fecal), en niños que ya lo controlaban.
Busca si tiene hemorragia en alguna parte de la cabeza. Sobre todo observa si tiene sangre o un líquido transparente en la nariz o en los oídos.
Observa las pupilas. Normalmente las pupilas se contraen (se hacen más pequeñas), cuando se las expone a la luz, son redondas, iguales y del mismo tamaño; si tienes dudas puedes compararlas con las de otras personas que están bajo la misma luz. Si son diferentes es un signo que también debe preocuparnos.
• Puede presentar movimientos extraños, tipo sacudidas, a esto lo llamamos convulsión.
• Los niños pequeños menores de un año, pueden tener la fontanela (el espacio en que se unen los huesos del cráneo) abombada (sobrelevada).
Debes llamar inmediatamente al número de emergencias si el niño está inconsciente o presenta algunos de los síntomas mencionados.
Si no presenta ninguno de los síntomas ni bien ocurrió el golpe, obsérvalo atentamente durante las siguientes 6 horas.
En las siguientes 48 horas vigila la aparición de los siguientes síntomas que requieren evaluación médica inmediata.
• Cambios en la visión. El niño puede manifestar que ve doble, borroso o que no ve bien. Puede presentar también desviación de la mirada.
• Somnolencia fuera de lo normal, debilidad, o sentirse muy cansado o que te cueste despertarlo.
• Cambios de conducta: Puedes notarlo muy irritable, agresivo, confuso o que su conducta no es la habitual.
• Dificultad para caminar o mantener el equilibrio, o si tiene dificultad para mover una parte del cuerpo.
Alteraciones en el lenguaje.
• Pérdida de una capacidad adquirida recientemente, como hablar, caminar, o controlar esfínteres.
Hay mitos respecto a los traumatismos de cráneo.
El más popular es que no hay que dejar dormir al niño que tuvo un traumatismo de cráneo. Esto no es así: el sueño no empeora la evolución del traumatismo; lo único que hace es que impide detectar cambios de conducta o de nivel de conciencia.
Si no hay signos de riesgo como los descritos anteriormente y es el horario de sueño habitual, se aconseja dejarlo dormir.
Y si no es la hora habitual de dormir, y el niño actúa normalmente, pero tiene sueño, déjalo que duerma hasta dos horas seguidas sin despertarlo.
Luego despiértalo y controla que se despierte de manera normal. Si no fuese así, llama inmediatamente al número de urgencias.